Hay que elegir un plato que represente nuestra cultura, sin dudarlo: ¡la tortilla de patata! Su elaboración es sencilla y rápida, pero es en esta sencillez donde reside su complejidad. ¡Y es que no todo vale! Para que tu próxima tortilla sea de las auténticas, jugosa y súper sabrosa, te desvelamos cinco secretos que harán que triunfes entre tus invitados…

Secreto 1: las proporciones

Patatas, huevo, cebolla (o no), sal y aceite de oliva. Los ingredientes nos los sabemos muy bien pero, ¿qué proporción de cada uno de ellos? Dependiendo del tamaño que quieras para tu tortilla, recomendamos 1 huevo grande por cada 150 gramos de patata sin pelar. De esta manera evitarás que tu tortilla quede demasiado compacta, o por el contrario, demasiado fina.

Secreto 2: la patata

Las patatas, cuanto más blanditas, mejor. Para conseguir una buena textura deberás cortarlas en lascas, trozos siempre irregulares y medianos, así al freírlas quedarán doradas por unos lados más que por otros.

Secreto 3: la cebolla

La cebolla, en caso de que se utilice, aconsejamos cortarla en juliana y freirla una vez la patata ha empezado a coger “color”. Añadirla a la sartén -siempre sartén estrecha- y freirlo todo junto para que las patatas absorban el sabor de la cebolla. Retirar la mezcla del fuego antes de que la cebolla empiece a dorarse.

También hemos leído que son muchos los añaden cebolla caramelizada. ¡Una opción súper acertada para los más golosos!

Un consejo específico para los que prefieren la tortilla de patata poco hecha: recomendamos dejar enfriar la mezcla de patatas y cebolla antes de añadir el huevo. Esto ayudará a que no se cocine tanto en la sartén.

Secreto 4: el fuego

Tan importante es la sartén con la que se cocina como el uso correcto del fuego. Una vez retiramos las patatas y la cebolla del fuego, con el aceite que ha sobrado es con el que deberemos añadir la nueva mezcla con el huevo. Consejo: no batir demasiado los huevos ni salarlos con antelación. La sal se añade a las patatas una vez estén fritas con la cebolla.

La intensidad del fuego siempre tiene que ir de menos a más: empezar con fuego suave e ir subiendo paulatinamente, hasta terminar con fuego fuerte.