Barcelona vivió a finales del siglo XIX y principios del XX una fiebre urbanística y arquitectónica que la trufó de edificios emblemáticos que aún hoy atraen las miradas de visitantes de todo el mundo.

De esa época provienen las obras del gran Antoni Gaudí, arquitecto padre de obras en progreso constante como la Sagrada Familia, el Parc Guell o la Casa Milà entre muchas otras creaciones paradigmáticas. El Modernismo catalán significó un momento en el que los arquitectos, diseñadores, dibujantes, poetas, crearon un mundo en el que junto al progreso industrial y comercial que vivía la ciudad había un ansia de regreso a formas naturales y curvas, así como las ganas de mostrar su poder económico y político.

Arquitectos como Domènech i Montaner legaron a la ciudad el Palau de la Música o el Hospital de Sant Pau, Patrimonio Cultural de la Humanidad, así como las ya conocidas y citadas de Antoni Gaudí.

Sin embargo, Barcelona posee otros edificios mucho menos conocidos pero exquisitos también si nos detenemos un poco a contemplarlos. Hoy sede de despachos de abogados, entre otros usos, la Casa Comalat es uno de esos edificios que, pese a encontrarse en plena Avinguda Diagonal, al pie del cosmopolita barrio de Gràcia, parece un tesoro escondido.

La Casa Comalat presenta muchas de esas características que nos hacen pensar en lo gaudiniano, convirtiéndose en uno de los ejemplos más originales del modernismo barcelonés. Obra del arquitecto Salvador Valeri i Pupurull, entre 1909 y 1911, se caracteriza por sus dos fachadas diferentes unidas por la curva como elemento definitorio.

Mientras su fachada principal, la que se asoma a la Diagonal, presenta un aspecto más formal y simétrico, la que mira hacia la calle Córcega es más colorista y abigarrada, más desenfadada. Corona el edificio una torre con forma de sombrero de arlequín revestido de vidriada verde.

En su interior, la simple entrada en el recibidor nos parece una puerta a un mundo de gusto exquisito en el que parece que cada detalle quiere decirnos algo. Todo, desde el techo al asiento para descansar, es bello y fascinante.

Una seria competidora de la casa Batlló o la casa Milá, desconocida para el público.